martes, 27 de diciembre de 2011

Bar Julia o de la "Tía Mandacojones"

Recuerdo que cuando llegaba el final de la tarde de los sábados, a eso de las nueve, solía salir disparado de casa una vez que mi madre llegaba del trabajo. Mi destino era un pequeño bar de la calle Corredera, esquina con la calle Loreto y Chicote, Bar La Braña, para mí "El Bar de la Tía Mandacojones" como lo llamaban mi padre y sus amigos: un experto taurino, un trabajador de la rotativa del periódico Informaciones y algunos más que ya no recuerdo; ya que iban y venían. 
Era un bar especial, de él se había hecho cargo una de esas mujeres con carácter que han poblado en infinidad de ocasiones este Madrid, la Señora Julia. Su carácter maternal y bonachón era lo que atraía a infinidad de ovejas descarriadas del barrio, así como a buen número de aquellos actores de finales de la década de los años setenta y ochenta que representaban habitualmente las obras que se estrenaban en el Teatro Lara; y que con el tiempo inspirarían la película "Viaje a Ninguna Parte". Para todos ellos siempre había un plato de comida caliente o un buen vaso de vino fiado.
A mí me tenía un cariño especial, quizás porque era el único niño de diez años que solía parar en aquel local. Entonces las leyes eran más permisivas que ahora y nadie veía mal que un chico de esa edad estuviese con su padre en la taberna. Es más lo que estaba mal visto entre esos hombres era que el niño en cuestión pidiese un refresco; por ello mi padre siempre me pedía una clara, que realmente era un buen vaso de casera con un chorrito de cerveza; aunque a mí lo que más me gustaba eran las patatas fritas que ponían de aperitivo y que se las solía suministrar la churrería que existió en la Travesía del Horno de la Mata.   
Hoy día sigue abierto aunque lo gestionan otras personas. Conserva la misma barra y el pequeño comedor próximo a su histórica cocina, en cuyos fogones tomaron forma infinidad de comidas que aliviaron el hambre de multitud de bohemios, tahures, gentes de la farándula y personajes descarriados de este Madrid Canalla y a la vez acogedor.



I remember when it was late afternoon on Saturday, at nine o'clock, he would rush out of the house when my mother came home from work. My destination was a small bar in Loch Street, corner of Calle Loreto y Chicote, Bar La Braña, for me, "Auntie's Bar Mandacojones" as they called my father and his friends: a bullfighting expert, a worker in the press Information newspaper and some others I can not remember, because it came and went.It was a special bar, it had taken over one of those women that have lived character on countless occasions this Madrid, Lady Julia. His maternal character and good-natured was what attracted countless lost sheep of the neighborhood, as well as a good number of those actors in the late-seventies and eighties usually representing the works premiered at the Teatro Lara, and that eventually inspire the movie "Journey to Nowhere." For them there was always a hot meal or a glass of wine on credit.I had a special affection, perhaps because it was the only child of ten who used to stop at that location. Then the laws were more lenient than now and no one was wrong for a boy of that age was with his father's tavern. Moreover what was frowned upon among these men was that the child in question should ask a drink, which is why my father always asked me a clear, it really was a good glass of home with a splash of beer but to me what more I liked were the fries that put an appetizer and that they are used to supply the churros that existed in the Passage de la Mata del Horno.Today it is still open even manage others. It retains the same bar and small dining room next to its historic kitchen stove which took shape in countless foods that alleviate hunger of many bohemians, gamblers, people from the entertainment and characters of the Madrid Canalla wayward yet inviting.

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